viernes, 4 de septiembre de 2009

FUNDACION DE BOGOTA


Después de la muerte dél zipa de Bogota resolvió Quesada fundar úna villa que fuese capital de lo conquistado, para lo cual nombró una comision que inspeccionando los campos eligiese el mejor lugar para este objeto. Se eligió el sitio de Teusaquillo, donde tenían una casa de recreo los de Bogotá tanto por la abundancia de aguas excelentes que descienden de la serranía que al oriente termina la explanada de Bogotá, como por la cercanía de la piedra y maderas para edificar y por lo abrigado del sitio al pie de la cordillera.


Señalóse día para trasladarse de Bosa a Teusaquillo y tomar legal posesión del terreno, donde construyeron doce casas de paja en reverenda de los doce apóstoles; pero antes de procederse a la inauguración legal de la ciudad, advirtió a Quesada el padre Fray Domingo de Las Casas, que era preciso erigir un templo al Señor para celebrar aquella ceremonia con el Santo Sacrificio de la misa. Convino en ello el general y puso mano a la obra edificando una ermita cubierta de paja, que como el establo de Belén debiera recibir bajo su humilde techo al Rey de los reyes, en el reino de los zipas de Bogotá. En esta pobre ermita quiso recibir el Hijo de la Virgen las adoraciones de los hijos de la Sabana de Bogotá, que saliendo de las tinieblas de la idolatría debían entrar en el gremio de la Iglesia para compensarle en el Nuevo Mundo las pérdidas que en el antiguo le ocasionaba el protestantismo. Los indios de Bogotá venían como aquellos felices pastores de Belén a ofrecer al Señor sus dones, aplicando el trabajo de sus manos a la fabrica del pequeño templo, que dentro de pocos días estuvo concluído .


Señalóse el día de la Transfiguración del Señor (6 de agosto 1538) para la celebración de aquel acto solemne y piadoso, y la víspera de este día montando a caballo el general don Gonzalo Jiménez de Quesada, con la espada desenvainada, paseó el lugar en señal de posesión, que tomó en nombre del Emperador Carlos V, dando a la nueva ciudad el nombre de SANTA FE DE BOGOTA, y a todo el país descubierto lo llamó NUEVO REINO DE GRANADA. Al otro día presidiendo el general y los dos sacerdotes la erección, se plantó la CRUZ y celebró la misa el padre fray Domingo de Las Casas, después del evangelio hizo una plática dando gracias al Señor por el feliz éxito que habían tenido los trabajos de los conquistadores enarbolando en el centro del Nuevo Reino el estandarte de la Cruz, después de tantos trabajos.


No hizo por entonces Quesada nombramiento de regidores ni de alcaldes, sino que señaló por teniente a su hermano Hernán Pérez y por cura nombró al padre fray Domingo de Las Casas. Después hizo el segundo repartimiento de los tesoros adquiridos, que ascendió a 20.000 castellanos de oro y algunas esmeraldas habidas después del primer repartimiento. De esta partida cupo alguna a los dos capellanes.

Sin duda las cosas habrían parado en mal si los dos religiosos capellanes pasando de uno a otro campo, no se hubieran interesado por la paz, conviniendo al fin en una transacción, que consistía en que por parte de Quesada se le diesen a Belalcázar cuatro mil castellanos de oro; que se le permitiese vender lo que traía; admitir al servicio a la gente que quisiese quedarse en el reino, y que todos los tres generales pasasen a España a dar cuenta de sus conquistas al emperador. Belalcázar rehusó recibir los castellanos de oro, manifestándose más desinteresado que el alemán; sobre lo cual dice el padre Zamora que quizá consistiría en que éste tenía más necesidades que aquél, porque era sabido que venían sus gentes casi desnudas, mientras que los peruleros andaban vestidos de grana con bordados de oro y un equipaje inmenso.


La paz quedó así concluída entre los tres conquistadores y Belalcázar entró en Santa Fe en el mes de febrero de 1539, con grande ostentación entre los aplausos de todas las gentes, porque era hombre dotado de muy buenas prendas para captarse las simpatías de todos cuantos le trataban; sus talentos militares y su buen tacto político lo habían elevado desde la ínfima clase del pueblo al rango de que gozaba . De la gente que trajo unos se quedaron y otros se fueron con él . Estos últimos vendieron a como quisieron las cosas que habían traído, entre ellas los puercos; que fueron los primeros que se importaron y de los cuales dejaron cría en los lugares que fundaron en el Sur.

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